A todos nos preocupan las recientes medidas aprobadas por el gobierno sobre el uso de sistemas de geolocalización y big data para paliar la pandemia, porque sabemos los riesgos que este control ciudadano entraña para nuestra privacidad y en general para nuestro sistema democrático.
No estábamos preparados para hacer frente a una crisis sanitaria de esta envergadura. Reaccionamos tarde. Se decretó el estado de alarma, se cerraron fronteras, se confinó a la población y se improvisaron medidas mientras se miraba a otros países que iban por delante luchando contra la misma pandemia y parecían estar obteniendo mejores resultados, como China. Éste y otros países asiáticos como Taiwan o Singapur han dado una lección al mundo occidental, demostrado con claridad que los métodos de vigilancia y control estatal son efectivos, al menos para atajar una pandemia.
Sabemos que las decisiones que tome nuestro gobierno hoy podrán tener impacto en el futuro y una medida necesaria para salvar vidas hoy, podría convertirse mañana en una medida restrictiva de la libertad de los ciudadanos.
Este fenómeno se ha repetido innumerables veces a lo largo de la historia. Bajo estado de alarma, cuando lo más inminente es poner a salvo a la población, se toman decisiones, que en situaciones normales costarían años de debates políticos. De todo esto nos vienen alertando pensadores, historiadores y filósofos, como el israelí Yuval Noah Harari o el surcoreano Byung-Chul Han.
Otra corriente sostiene el lado contrario y aboga por la inaplicación del Reglamento General de Protección de Datos, para que la tecnología no encuentre límite alguno en el control masivo de la población, para frenar la pandemia cuanto antes y evitar episodios parecidos en el futuro.
No paran de publicarse noticias sobre el uso por parte del gobierno de las nuevas tecnologías para controlar la pandemia. ¿Lo mismo que en China? Nos hacen preguntarnos algunos titulares. La incertidumbre es la hermana gemela del miedo. Todos nos preguntamos que está ocurriendo, cómo ha podido suceder, qué pasará después…Y entre tanta confusión algunos se empeñan en plantearnos disyuntivas, como la de tener que elegir entre totalitarismo y seguridad.
Evitemos alarmismos. Ante la incertidumbre lo más sensato es mantener la calma. Dejemos que las instituciones europeas hagan su cometido.
El Supervisor Europeo de Protección de Datos, Wojciech Wiewiórowski, en un comunicado hecho público el 6 de abril hace una llamada a la unidad europea en la lucha contra la pandemia. Para esta autoridad, cuyo máximo cometido es asegurar el respeto del derecho a la intimidad y a la protección de los datos de los ciudadanos europeos, el uso del big data es una gran responsabilidad en un doble sentido.
De una parte, porque se siente comprometido en garantizar que los derechos fundamentales se sigan respetando, y de otra parte porque no utilizar las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías sería una actitud irresponsable. Hay que recordar que el derecho a la protección de datos personales no es un derecho absoluto, sino que debe valorarse según su función en la sociedad, y por tanto debe ser ponderado cuando colisiona con otros derechos fundamentales, de conformidad con el principio de proporcionalidad.
Wiewiórowski se compromete a trabajar conjuntamente con la Comisión Europea para asegurar que las medidas que están aplicando los gobiernos sean proporcionales a las necesidades reales y que no sea posible conseguir los mismos resultados utilizando otros medios menos invasivos de la privacidad.
El supervisor y las instituciones europeas se comprometen en asegurarse de que serán medidas temporales, que no llegarán para quedarse una vez acabe la crisis, que tendrán propósitos bien definidos y limitados a los objetivos concretos que las fundamentan. Se vigilará el cumplimiento del principio de transparencia para que sepamos en todo momento quién tiene acceso a nuestros datos, para qué se están utilizando y qué se hará con ellos cuando ya no se necesiten.
El supervisor europeo apoya la utilización de nuevas tecnologías en la lucha contra la pandemia, pero asegura estar controlando muy de cerca toda su utilización, en cooperación con las autoridades de control nacionales.
Al igual que hizo al inicio de la crisis el Comité Europeo de Protección de Datos y la Agencia Española de Protección de Datos, el supervisor europeo quiere dejar claro que el Reglamento Europeo de Protección de Datos no representa en ningún caso un obstáculo en la lucha contra la pandemia, sino todo lo contrario. La propia norma establece los procesos que se deben seguir en situaciones como la que estamos atravesando, para asegurar que al amparo del interés público no se violen los derechos fundamentales de los ciudadanos en el tratamiento de sus datos personales.
Wiewiorowski confía en una política europea común y hace un llamado, al igual que los filósofos mencionados al inicio de este artículo, a la solidaridad y la unidad de los ciudadanos y las instituciones europeas.
Seguiremos atentos a que estas afirmaciones se cumplan.
Área Digital Abogados
Área Digital Abogados, con sede en Madrid, Barcelona, Valencia y Asturias, cuenta con un equipo de abogados especialistas en derecho de las nuevas tecnologías, delitos informáticos y protección de datos.
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Sobre la autora: Melba Santa Coloma, abogada especialista en Privacidad y Derecho Digital.